Cantando voy

Bienvenidos a Cantando Voy

Mi nombre es Natacha, soy cantante y profesora de canto, o "vocal coach", que vendría siendo lo mismo pero más cool.
Nací en Buenos Aires el 2 de marzo de 1978. A los seis meses empecé a cantar y a los diecisiete años tomé mis primeras clases de canto lírico. Como soy curiosa y un poco inconformista, tuve muchos maestros, cada uno con sus técnicas diferentes. Hace más de diez años comencé a navegar en las aguas de la Educación Funcional de la Voz, o Método Rabine, primero de la mano de Elisa Viladesau y, desde hace unos años, conducida amorosamente por mi maestro federico Gurisatti (ambos Certified Rabine Teacher)
Cantar me hace tan feliz que me resulta difícil de explicar. También me apasiona la técnica; saber cómo está construido el aparato fonador, ese instrumento por momentos invisible y poder aplicar ese conocimiento en las clases.
Mi trabajo consiste en cantar y en dar clases: a futuros locutores y productores en el ISER; de canto y técnica vocal en mi estudio. También soy preparadora vocal en el coro de la Universidad Nacional de Quilmes.
Me gusta hacer collage, escribir, revolver cajas con recuerdos, ver cine independiente y tener largas charlas con mis amigos.
¡Espero que disfruten el blog y que, al leerlo, les vengan muchas ganas de cantar!

jueves, 30 de abril de 2015

Empezó el taller de Canto!










Modalidad del taller:
2 horas semanales.
La primera parte consistirá en ejercicios de técnica vocal y rítmica. Se preparará el cuerpo como instrumento.
En la segunda parte se abordará el repertorio, que cada participante irá eligiendo según sus gustos, con ayuda de la docente y del grupo.

Al finalizar, los que quieran podrán participar de un concierto de cierre en el que se mostrará lo hecho durante el taller.

domingo, 7 de febrero de 2010

llegaron más apuntes!

Hola! Aquí va la segunda (y demorada) entrega de los apuntes sobre aparato fonador. Espero que resulte, de alguna manera, esclarecedor. Agradezco comentarios y sugerencias! A los lectores incautos, recomiendo ir a la entrada más vieja y leer primero la primera parte.

Movete, chiquita, movete o el Acto Motor Voluntario

Andar en bicicleta, poner el agua para el mate y cantar tienen algo en común: los tres son actos motores voluntarios (AMV, de ahora en más). Motores porque implican movimientos, y voluntarios porque no son hechos de manera refleja, sino que son promovidos por nuestra conciencia y nuestra voluntad.

Sí, cantar es una sumatoria de numerosos movimientos (acciones físicas) que involucran una gran cantidad de músculos con un alto nivel de coordinación. Diría Renata Parusell[1] que, si tenemos en cuenta la gran cantidad de mecanismos que se ponen en marcha con la fonación, pareciera que cantar un aria de ópera es un verdadero milagro. Y sí… parece que, de a ratitos, los seres humanos nos damos el lujo de nuestros pequeños milagros.

Ahora bien, para todos los que practicamos actividades físicas que requieren de gran coordinación (porque, en su parte más “exterior” –si se me permite el término- cantar es eso), resulta sumamente interesante entender un poco cómo es que se dan los movimientos en el cuerpo; cómo es que nuestros músculos son capaces de “entender” una acción determinada, por qué sucede tan a menudo que hay músculos que no responden a su función y otros que lo hacen en su lugar entorpeciendo así la acción específica que nos proponemos llevar a cabo… todos estos interrogantes (y seguramente miles más) se nos presentan a cantantes, docentes y alumnos cada vez que, bajo la ducha o en el escenario, tomamos aire e intentamos: O sole miiiioooooooo…

En el principio fue el nervio

Si vamos a considerar que cantar es una sumatoria de acciones físicas promovidas por nuestra conciencia, no tenemos otra alternativa que hablar sobre el jefe en cuestión: el cerebro.

En efecto, el funcionamiento de esta caja negra que llevamos sobre los hombros viene fascinando a los científicos desde hace ya un tiempo (digamos que en 1906 ya estaba el Dr. Ramón y Cajal recibiendo el premio Nobel de medicina por sus trabajos en esta área). A partir de allí, han pasado muchas cosas, muchos descubrimientos y contra-descubrimientos; peleas y reconciliaciones. Inclusive hay quienes buscan -y creen encontrar- en el cerebro eso que los creyentes románticos llaman “alma” y los científicos románticos “consciencia” (su romanticismo pasa por ahí, que se le va a hacer)[2]

Actualmente se sabe más sobre el funcionamiento del cerebro, aunque lo que más se ha aprendido es que no se sabe demasiado… o, dicho en términos más esperanzadores, que aun falta un gran camino por recorrer.

“El cerebro es el órgano que mueve los músculos”, dice sabiamente el Dr. Carlson.[3] Y, aunque en seguida se ataja y especifica un poco su sentencia, en última instancia es eso justamente lo que necesitamos saber: que todo AMV tiene su origen en el cerebro, específicamente en su zona más exterior llamada corteza o córtex, y que es llevado a cabo por neuronas motoras.[4]

Podría decirse, de un modo simplista y muy general, que en el cerebro se encuentran representadas todas las partes de nuestro cuerpo. De hecho, existen unos dibujitos bastante simpáticos y, aunque no extremadamente rigurosos, bastante elocuentes, llamados respectivamente homúnculo sensitivo y homúnculo motor. Estos pequeños hombrecitos (eso son y de allí su nombre) tienen el objetivo de representar gráficamente la relación existente entre las diversas partes de nuestra anatomía y la corteza cerebral, tanto en términos de sensibilidad como de posibilidades motrices. Así, el Homúnculo Sensitivo es un hombrecillo con grandes manos, grandes labios, respetables genitales, gran lengua, etc. El Homúnculo Motor, a su vez, tendrá muy bien definidas sus manos, sus piernas, su lengua (piensen en la gran cantidad de movimientos que realiza su abnegada lengua sin ser vista, en un completo anonimato bucal) y también su laringe (dato muy interesante para un cantante) ya que estas son partes capaces de realizar movimientos muy diferenciados. Cuanto más fino sea el movimiento realizado, más superficie de córtex habrá para esa parte (las manos, como es de suponer, abarcan una gran superficie, lo que convierte al Homúnculo en un ser de manos gigantes en relación, por ejemplo, a los muslos, que realizan movimientos más toscos)

Si los ven por la calle quizás se sientan tentados de cruzar de vereda, pero ellos sólo quieren bailar y sentir. Aquí los presentamos:


[1] Docente argentina radicada en Alemania; trabaja conjuntamente con Eugene Rabine en el Método de Educación Funcional de la Voz y es la principal difusora de este método en la Argentina.

[2] Entre los más notables buscadores de alma en el cerebro podemos citar a Francis Crick, premio Nobel de medicina y autor del libro La búsqueda científica del alma.

[3] Neil Carlson: Fundamentos de Psicología Fisiológica. Ed. Prentice Hall, 1997.

[4] El cerebro, como todo órgano, está compuesto por células específicas. Las más conocidas de entre las células cerebrales son las famosas neuronas (también hay otras clases, llamadas genéricamente glía, pero parece que no son tan populares). Existen dos tipos de neuronas: las que reciben información del medio ambiente y que se llaman neuronas sensoriales, y las responsables de los movimientos musculares (neuronas motoras)



En vista de lo anterior, podemos decir que es imposible enviar una orden motora a un lugar que no existe virtualmente en nuestro cerebro. Este fenómeno se conoce como representación cerebral. Parece que los pianistas tienen, en su configuración cerebral, los dedos mucho más separados e independizados entre sí. Se han hecho muchos experimentos al respecto y todo parece indicar que, para llevar a cabo una acción motora, es indispensable que el cerebro encuentre la “dirección” a la cual debe enviar el “telegrama” (telegrama = tipo de movimiento; dirección = parte del cuerpo que se quiere mover). Cuando comenzamos a trabajar el canto de un modo consciente, nos encontramos con que es necesario realizar acciones que nunca habíamos realizado y, sobre todo, con partes de nuestro cuerpo de las que ni siquiera sospechábamos ser dueños. Veamos el siguiente ejemplo:

Profesor: respirá hondo y decime qué pasa con el esternón.

Alumno: ¿¿tengo esternón??

Profesor: Sí, claro… es ese hueso largo de acá (señala el pecho)

Alumno (inspirando hondo): ¡andaaá!... ¡qué voy a tener esternón!

Profesor (le toca el esternón): ¿ahora tenés?

Alumno: Sí, ahora sí.

Profesor: Bueno, entonces volvé a inspirar y decime qué hace el esternón.

Alumno (con cara de reconcentrado, hace fuerza, inspira hondo): Pero… ¡cuando inspiro NO tengo esternón!

Esta escena es muy común en una clase de canto cuando se utilizan métodos que involucran la percepción como herramientas para el aprendizaje. Parece cómica, pero para la persona que intenta hacer un movimiento y no lo consigue es bastante penosa. La pregunta que se harán es: ¿por qué no puede hacer algo aparentemente tan sencillo como mover el esternón? Es simple: no está la primera fase del AMV: la representación cerebral del esternón; o sí lo está (de hecho, cuando el profesor le palpa el esternón, el alumno lo reconoce), pero de un modo demasiado difuso como para discernir coordenadas de tipo hacia arriba, hacia abajo, hacia adentro, hacia fuera (podríamos decir que nuestro homúnculo motor tiene un esternón bastante pequeño.) Quizás inclusive el esternón se mueva, pero la persona no tiene las herramientas para darse cuenta de qué es lo que está sucediendo. Después de todo, no es que uno ande por la vida moviendo el esternón como quien mueve las manos.

La buena noticia es que, como el cerebro es un órgano muy plástico, la ejercitación consciente hace que estas representaciones comiencen a aparecer; esto hace posible tener percepciones cada vez más claras y definidas respecto de nuestros huesos y músculos y, a su vez, poder ejecutar movimientos más sutiles y específicos.

Bien, ahora que tenemos bien definido el esternón[1] en el cerebro, viene la segunda fase del AMV: aquello que llamamos praxias. Usualmente se define a las praxias como "trenes de órdenes". Son movimientos que vienen “preseteados” (disculpe el lector el neologismo); la prensión, la succión, el sacar y entrar la lengua son ejemplos clásicos de praxias. Las praxias son un diseño de sistemas de movimientos coordinados en función de una intención. Es decir que para hacer un movimiento más o menos complejo (ej. Alcanzar un vaso que está a unos centímetros de mí), me voy a servir de algunos movimientos más simples que el cerebro ya tiene almacenados (ej. prensión para tomar el vaso).

Bien, una vez que sabemos qué parte se va a poner en movimiento y de qué manera lo hará, se envía un impulso motor que va desde las neuronas motoras (¿se acuerdan?) hasta los músculos correspondientes (recordemos que todo movimiento es hecho a través de músculos). Allí, se produce el movimiento propiamente, eso que, en la mayoría de los casos, podemos constatar con nuestra vista, cosa difícil en las fases anteriores. Y, por último, tenemos el ajuste motor. Allí intervienen nuevamente las neuronas sensoriales, que nos indican si el movimiento que se está realizando se ajusta a lo previsto o debe ser corregido; en caso de que el estado actual no se corresponda con el estado deseado, se realiza un ajuste, es decir que se envía nueva información a las neuronas motoras, y así hasta que el movimiento cumple con las expectativas de nuestro exigente cerebro.


[1] Ojo: esto del esternón es sólo un ejemplo. Las representaciones cerebrale


miércoles, 27 de agosto de 2008

MIREN LO QUE ME ENCONTRÉ!

Gente!
Naufragando por la güev me encontré la siguiente página que está buenísima y que tiene, a su vez, links buenímos. Entren y miren, ¡¡¡hay videos de cuerdas vocales en movimiento, está súper!!! A mí me encantó.

http://liceu.uab.es/~joaquim/phonetics/fon_produccio/fonacion.html

Tengan paciencia, que yo sigo escribiendo, en breve habrá más apuntes.
Un abrazo abarcativo.

Natacha

jueves, 17 de julio de 2008

NUESTRO LADO CHOLULO


La foto con Valeeeee!!! De izquierda a derecha, somos: Mariana Letamendía (coreógrafa y socia de Valeria Lynch), Nati Villena (profe de actuación en la escuela de Morón), Valeria Lynch (ya saben quién es), Natacha (algún inconciente la puso ahí como profesora de canto) y Analía Pasquineli (alumna incauta y dueña de una hermosa voz que me regaló gentilmente la foto). Miren y envidien...


sábado, 5 de julio de 2008

FOTOSSSS

Acá van algunas fotitos que tomó Gonzalo -quien no sólo tiene una hermosa voz de locutor sino que hace un café con leche memorable- en la academia de Valeria Lynch. En las próximas salimos todos, ¿dale?

lunes, 2 de junio de 2008

ALGUNOS APUNTES

¡Hola, abnegados y sufridos alumnos y gentes varias! Aquí va la primera entrega de los apuntes prometidos...

En la próxima develaremos las desventuras de un esfínter devenido en cantor y describirimos sus partes. Y, si queda tiempo, nos adentraremos en la espesura de las neurociencias más básicas que hacen al siempre bien ponderado acto motor voluntario. Ah! También prometo algún grafiquito esclarecedor.

Introducción

Usted preguntará por qué cantamos...

O, mejor formulada, la pregunta sería cómo es que cantamos. ¿Qué mecanismos se ponen en marcha cuando uno abre la boca y emite algún sonido? ¿Es lo mismo decir “hola” que cantar un aria de ópera?

Estas páginas se proponen develar algunas de estas cuestiones.

Cantamos, ésa es la verdad: abrimos la boca y, por un mecanismo que en general ignoramos, la voz sale, está ahí, de cuerpo presente, toda sonido. Ahora bien, ¿qué hacemos con ella? Las opciones son múltiples: desde “qué tiempo loco, lo que mata es la humedad” o un más trasnochado -y generalmente etílico- “¿cómo sé que estoy despierto y que no soy sólo un sueño de alguien que me sueña?”, hasta un sensual “bésame, bésame mucho”, pasando por un ronco y furioso “¡¡estoy rodeado de viejos vinagres, todo alrededor!!” o el simple pero siempre efectivo “arrorró mi niño, arrorró mi sol”.

Sí, hay tantas formas de emitir sonidos como cosas se quieran decir. La voz es, probablemente, el instrumento más versátil de todos; y no es descabellado pensarlo, ya que es el único que no fue creado por el hombre... pero dejemos la metafísica para mejor ocasión.

De sistemas, partes y funciones

Siempre que nos enfrentamos a algo complejo como es un sistema, cualquiera sea éste, nos encontramos con que existe más de una forma de abordarlo. Puede ser desde un punto de vista meramente descriptivo, o desde el punto de vista de su función; este último es el que nos interesa mayormente a nosotros como seres cantantes que somos. No obstante, no es posible analizar la función de algo cuya forma se desconoce, así que, más tarde o más temprano, habrá que aprenderse un par de nombres medio largos. ¡A no desanimarse!

Un sistema es, esbozado simplemente, un conjunto de partes organizadas que se relacionan entre sí con un objetivo en común.

En el caso del aparato fonador, es bueno hacer la salvedad de que éste no existe como sistema en sí mismo. El pobre es una especie de rejunte entre el aparato respiratorio y el digestivo. Para que quede bien claro: el aparato fonador sólo existe como entidad funcional. Algo así como un coro, que existe como tal sólo cuando sus integrantes se reúnen a cantar, y que, pasado ese momento, cada una de sus partes sigue con sus funciones de abogado, arquitecta, chef o ama de casa. Esto es grandioso si se piensa bien, ya que hemos logrado la épica gesta de hacer algo tan complejo y estéticamente maravilloso como es cantar, usando partes que no estuvieron “pensadas” con ese fin (suponiendo que haya alguien o algo que nos “piense”, y nuevamente rehúso la invitación a filosofar). Como quien diría, chifló la flauta por casualidad.

El aparato fonador, en su conjunto de partes, está constituido por tres elementos: una fuente de energía, que es la corriente de aire proveniente de los pulmones, una fuente de sonido, que vendrían siendo las famosas cuerdas vocales y un sistema de resonancia y articulación, que es el tracto vocal (comprendido entre los labios y la glotis). Más adelante veremos en profundidad quién es quién en esta película.

CONTINUARÁ...

martes, 22 de abril de 2008

MITOS SOBRE EL CANTO

Algunos mitos sobre el canto

"Para cantar hay que estar relajado"

Esto es bastante relativo. Es maravilloso estar relajado cuando se duerme, o en un baño de inmersión. La relajación es, básicamente, un estado de ligera hipotonía muscular. Esto significa que los músculos no están demasiado disponibles para trabajar; cantar es un trabajo (no un esfuerzo, pero sí un trabajo) y necesita que todo el cuerpo esté disponible. Por eso, yo diría que la palabra clave es flexibilidad.

"No hay que cantar 'de garganta'"

Comúnmente se llama "garganta" a la faringe; la expresión "cantar de garganta" se usa cuando esta zona se hace sentir, es decir, cuando está trabajando de más. Sin embargo, no hay otro modo de cantar que con todas las piezas que en ella hay. Las sensaciones en la garganta, cuando se está usando el aparato fonador de manera eficiente, pueden ser muy placenteras... ¡no la dejemos de lado, pobrecita!

"Para no hacer fuerza con el cuello, hay que hacer fuerza con la panza"

Esta es una de las falacias más comunes en la técnica vocal. Una falsa lógica indica que, como la zona abdominal baja está lejos del cuello, la fuerza localizada allí no pasa a la garganta. Los invito a que hagan la prueba de cantar mientras hacen una serie de abdominales. La fuerza abdominal produce, automáticamente, el cierre de la laringe (dentro de la laringe están las cuerdas vocales: con la laringe cerrada no se puede respirar ni fonar). A esta fuerza en la zona baja de la panza se la conoce con el nombre de "apoyo". Pero la realidad es que cuanto más liberados estén los abdominales, más sencillo y placentero será cantar.

"Al respirar no debe levantarse el pecho"

Esto es también parte del folclore del canto. La respiración se produce por un fenómeno físico llamado presión negativa. Esto se logra mediante un sistema bastante complejo en el que intervienen varios músculos (entre ellos el famoso diafragma); pero vamos a decir, para simplificar muuuucho el panorama, que esto sucede elevando las costillas que, por la forma que tienen, amplían la caja torácica y hacen que el aire entre a los pulmones. Ahora bien, las costillas son doce pares de huesos con forma de asa de balde algunas y de palanca de bomba otras, que se articulan a la columna por detrás y al esternón (ese hueso plano del pecho) por delante. En una inspiración eficiente, las costillas deben elevarse desde la primera hasta la última. Además, hay que tener en cuenta que hay músculos que van desde el esternón hasta diversos puntos de la laringe y que, con su acortamiento, producen el descenso laríngeo (para cantar es imprescindible que la laringe esté descendida), a la vez que la elevación del esternón. O sea: ¡a mover el pecho!

"Para el dolor de garganta, nada mejor que un té bien caliente"

Imagínense que se lastimaron un dedo y que, encima, lo sumergen en un líquido a noventa y cinco grados (¡!). Bien, ¿por qué suponer que la mucosa que reviste la faringe habría de beneficiarse de esa manera? Es cierto que el calor es vasodilatador (es decir, que hace que la sangre vaya al lugar caliente) y eso produce una sensación agradable, pero todo en su justa medida. El mejor remedio para una garganta irritada es el tiempo. Y sí, obviamente, no exponerse al frío.

"La miel es buena para la garganta"

No tengo ningún dato concreto sobre los beneficios de la miel, aunque oí por ahí que es anticéptica y cicatrizante, suavizante y nutritva (vieron la cantidad de chapús y cremas para manos que la contienen o dicen contenerla... pero claro, no es cuestión de andar por ahí bebiendo champú). Para esto, cada quien tiene su receta. Vilma Gorini, la directora del Coro Nacional de Niños, recomienda las bellotas de enebro y las gárgaras con hierba de la piedra. Yo recomiendo el propóleo líquido (el que viene puro, es feo pero efectivo); es antiséptico y cicatrizante.

"Los gordos tienen más caja torácica, por eso cantan mejor" (referido en general a los cantantes de ópera)

Esto es completamente falso. Se canta con el cuerpo. Los cantantes somos instrumentos e instrumentistas al mismo tiempo, así que todo lo que contribuya a la buena salud física redundará en un beneficio para el canto. La obesidad, por cierto, no es saludable. El tamaño de la caja torácica está dado por los huesos, no por lo que los pueda llegar a recubrir.

"No hay que tomar bebidas frías, ni aun en verano"

No soy partidaria del fanatismo en ningún aspecto. Una bebida fría en un día muy caluroso es beneficiosa para el cuerpo. Un helado de dulce de leche no se le niega a nadie, menos con treinta y cinco grados de calor. Lo tremendamente nocivo para la voz son: los cambios bruscos de temperatura, los acondicionadores de aire y charlar sobre la última de Woody Allen en medio de una rave (o sea, gritar).